El concepto de autoestima se encuentra bastante normalizado, es decir, se suele utilizar con frecuencia en las conversaciones cotidianas del día a día. Es un concepto integrado en nuestro vocabulario, sin embargo, no suele estar claro cuál es su significado. Solemos emplearlo como sinónimo de amor propio pero no es del todo exacto.
A continuación, se definen conceptos básicos y se proponen una serie de consejos sobre cómo ganar autoestima.
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Para entender la autoestima hay que saber qué es el autoconcepto
En primer lugar, tenemos que saber que la autoestima está ligada al autoconcepto. Éste hace referencia a la imagen que tiene una persona de sí misma, es decir, a cómo se percibe de forma global, como por ejemplo: tener el autoconcepto de “buena persona”. Dicha percepción se ve influida por diferentes dominios: el académico, el personal, el social y el físico. Por lo tanto, esta imagen se construye a través de las experiencias, siendo estable a lo largo del tiempo, a la vez que flexible, ya que dependiendo de las vivencias podrá modificarse. Además, según el contexto, influirá un dominio sobre otro, lo que permite que el autoconcepto pueda variar ligeramente según la situación.
El significado de autoestima
La autoestima es la valoración positiva o negativa del autoconcepto y, también, es el afecto que sentimos hacia uno/a mismo/a como consecuencia de dicha valoración. De forma resumida, se podría decir que el autoconcepto es la parte racional y la autoestima la parte emocional.
Cómo ganar autoestima
Todos/as queremos sentirnos bien y tener una autoestima alta, por lo que entrenar en mejorarla es algo muy común en las consultas. Para conseguirlo existen dos vías, la del cambio y la de la aceptación.
La vía del cambio supone identificar aquello que se desea modificar y desarrollar los recursos necesarios para lograrlo. Un ejemplo sería, potenciar las habilidades sociales en aquellas personas que sientan malestar por vivir en soledad. Si se consigue, el dominio social cambiará y la autoestima mejorará.
Por otro lado, la vía de aceptarse a uno/a mismo/a es la más compleja, ya que supone permitirse Ser sin cambiar la imagen que se tiene como individuo (autoconcepto). Un ejemplo sería sentirse bien (autoestima positiva) al mirarse en el espejo, teniendo un cuerpo sano y real, pese a desear alcanzar el canon de belleza actual, el cual se aleja de lo realmente normal.
La autoaceptación permite vivir de forma feliz pese a no alcanzar las exigencias impuestas por ti o por la sociedad. Algunas estrategias útiles para conseguirlo son las siguientes: aprender a identificar qué es lo realmente importante en tu vida, identificar las causas que hay detrás de las exigencias, valorar los pros y contras del posible cambio, diferenciar el deseo de la necesidad, entrenar en priorizarte a ti antes que a los/as demás…
Las dos vías son válidas, siendo una más adecuada dependiendo de las circunstancias, no obstante, puede suceder que el camino pase por combinar ambas opciones.
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