Fue el psicólogo Sternberg quien diferenció cuatro tipos de amor: el amor romántico, el amor fatuo, el amor compañero y el amor perfecto. Lo hizo al identificar los elementos esenciales del mismo: intimidad, pasión y compromiso. Elementos que han conseguido un amplio apoyo científico.

En las siguientes líneas, se da una breve explicación sobre los tipos de amor y sus componentes, las nuevas formas de amar y, también, se reflexiona sobre qué es el amor.

 

Tipos de amor y sus elementos esenciales

 

Dependiendo de la combinación de los elementos, se hallan los cuatro tipos de amor. Es por esta razón, por lo que merece la pena detenerse en cada uno de ellos.

La intimidad hace referencia a la amistad, la confianza, la cercanía y el afecto que sentimos hacia la otra persona que conforma la pareja; La pasión se define como “obsesión” y constituye una gran exaltación mental y física; El compromiso es el último elemento indispensable, se trata de querer a la otra persona. 

Según la forma cómo se combinen, tendrá lugar el amor romántico (unión entre intimidad y pasión), el amor fatuo (unión entre pasión y compromiso), el amor compañero (unión entre intimidad y compromiso) y el amor perfecto o consumado, en el que se unifican los tres elementos. Todos los tipos de amor son válidos, siendo normal evolucionar de uno a otro a lo largo de los años.

 

El amor en la sociedad actual

 

Desde hace un tiempo, las relaciones amorosas se han diversificado. La pareja, entendida como la unión entre dos personas, ha dejado de constituir la única forma de amar, ya que la diversidad relacional se establece en la sociedad. 

El famoso poliamor se hace cada vez más visible, siendo muchos/as quienes afirman haber encontrado en él una forma de expresar y desarrollar las relaciones afectivo-sexuales, una alternativa que respeta su manera de sentir y que les permite dejar de negarse a sí mismos/as y aceptarse. 

La libertad sexual permite abrir puertas hacia escenarios que se alejan de lo que hasta ahora se consideraba normal. La pareja abierta, la anarquía relacional, el poliamor… son mucho más que una forma de vivir la sexualidad, constituyen nuevas formas de establecer vínculos afectivos, hecho que conlleva una gran responsabilidad. La regulación emocional es esencial si se eligen estas maneras de amar, ya que deshacer límites aprendidos y validados durante años es un trabajo arduo que puede  llevar al colapso y al fracaso. Sin embargo, ser fiel a los sentimientos de uno/a mismo/a siempre resulta la mejor vía para alcanzar la serenidad y la paz mental. 

Desde las nuevas formas de amar, los tipos de amor (romántico, fatuo, compañero y perfecto) siguen siendo los mismos, sin embargo, se hace aún más necesario el desarrollo del autoconocimiento y de la inteligencia emocional para identificar cuál o cuáles se están viviendo, así como para ser capaz de diferenciar entre amor y dependencia emocional.

 

Ninguna conclusión sobre qué es el amor

 

Son muchas las críticas sobre las nuevas formas de amar, tal vez, debido a la falta de entendimiento que sigue existiendo en relación a qué es el amor.

Existen muchas definiciones del mismo pero no se ha llegado a una conclusión. Puede que sea  porque no se trata de un concepto estable, puede que lo que entendemos como amor vaya cambiando al mismo ritmo que vamos evolucionando como personas. Como seres humanos pasamos por diferentes etapas a lo largo de nuestra existencia y en cada una de ellas cambiamos múltiples facetas de nuestra personalidad. No sería raro que el amor fuese  evolucionando y fuese transformándose en aquello que, ahora, necesitamos. 

Es decir, a los 15 años el amor suele ser pasión, euforia, calor, descontrol… Algo intenso y desbordante que nos arrolla. Sin embargo, puede ser que a los 30 el amor sea estabilidad, confianza, calidez… El amor es amor en ambos casos pero engloba estados diferentes. Esto no quiere decir que a los 30 nos conformemos con el cariño de la pareja, puede que no baste con calidez y comprensión, sino que necesitemos sorpresa y pasión. Pocas cosas en la vida son blancas o negras, y es que existe un continuo por el que moverse. Tal vez, el verdadero reto sea averiguar en qué punto nos encontramos para acercarnos a lo sano y alejarnos de lo que nos hace daño.

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